Sabes que soy de otro planeta

5 de marzo de 2025

Querido marzo, tengo grandes esperanzas depositadas en ti. Enero y febrero me han dejado fría y un poco apagada, pero tú has llegado con alegría, bailes y buenas vibras. Please, be kind.

La newsletter de este mes es completita. Te traigo una colaboración maravillosa, música para conectar, amor, belleza, fama, fotografía y uno de esos puntos en los que me pongo sensible mientras te cuento mis cositas.

Dejo para el final una noticia exclusiva, reservada a las que leen hasta la última línea (no hagas scroll, que te veo).

Espero que disfrutes leyendo Cinco Puntos tanto como yo lo he hecho escribiendo :)

Punto #1 La colaboración perfecta

¡Boooooom! Ha nacido la colaboración perfecta, The New Yorker y J. Crew han creado una colección que combina lo mejor de los dos mundos. Es impecable.

The New Yorker ha sido siempre mi revista favorita. Durante más de cinco años la recibía en casa, pero terminé cancelando la suscripción por falta de tiempo, algo de lo que me arrepiento. Por otro lado, J.Crew es una de esas marcas que nunca defraudan. Sus prendas son clásicas sin ser ñoñas, calidad accesible, diseño elegante, sobrio y sin estridencias. Su estilo preppy mainstream hace que me imagine como la protagonista de una peli de Nancy Meyers, con una casa luminosa en los Hamptons, outfit impecable y un café humeante en la mano. J.Crew tiene esa magia, te viste con un effortless chic que dice mucho sin gritar.

Imagina mi emoción al enterarme de esta colaboración para celebrar el centenario de la publicación con una colección cápsula que une la sofisticación intelectual del New Yorker y la estética atemporal de J.Crew. Buaaahh.

Las prendas son un sueño, hay camisetas con viñetas clásicas, sudaderas con el mitiquísimo logo de la revista, camisas Oxford de rayas, jerséis de lana y cashmere, polos, una gorra y una bolsa de lona tan básica como ideal.

Además, han pensado en toda la familia y han creado una colección para niños: “Future Critics, aka the voices of the next generation”. Qué maravilla.

Pero la cosa no acaba aquí, el contenido que han creado para comunicar la colección es un 10. Han entendido lo que su público quiere ver en las redes sociales sin sumarse a estúpidas tendencias ni a bailecitos cutres. Las fotografías de la campaña, ambientadas en un clásico diner americano, son lo más. Ver a Krithika Varagur y Emily Sundberg, escritoras, neoyorquinas y amigas, comiendo tortitas en S&P Lunch es la guinda del pastel.

Ojalá estar allí, ponerme unos jeans, el jersey oversize gris y salir a desayunar con ellas el domingo por la mañana.

Krithika & Emily

Punto #2 La culpa es de Endel

La culpa de que escuche menos podcasts y música creada por personas es de Endel. Desde que descubrí esta aplicación, no me quito los auriculares ni un minuto, los he llevado incluso en la ducha. Me acompaña, marca el ritmo y me ayuda a relajarme, entrenar y meditar. Pero, ¿qué brujería es esta? Muy sencillo: imagina una app que crea una banda sonora personalizada adaptándose a tu estado de ánimo, a la hora del día y hasta al clima.

Endel genera paisajes sonoros en tiempo real basándose en datos como tu ritmo cardíaco, la luz del entorno o tu actividad física. Suena a ciencia ficción, pero en realidad es purita Inteligencia Artificial y neurociencia.

No te descubro nada si te digo que soy nerviosa y me distraigo con facilidad, pero con su “Focus Tune” he llegado a estar dos horas sentada preparando esta newsletter sin inmutarme: máxima concentración y bienestar. Me calma, me serena y me hace tremendamente productiva de la forma más agradable que puedas imaginar. Este masaje cerebral funciona, y no lo digo yo, estudios científicos respaldan que el sonido estructurado puede mejorar la concentración y reducir el estrés.

Lo mejor es que no es una simple playlist ni una radio con loops infinitos. Endel genera la música en tiempo real y nunca suena igual. Entiende lo que necesitas en cada momento y ajusta la frecuencia, la intensidad y la armonía de los sonidos para acompañarte sin invadirte.

En cuanto al diseño, la experiencia es impecable: minimalista, fluida y sin distracciones. No hay botones de sobra ni configuraciones innecesarias. Abres la app, eliges lo que necesitas (focus, relax, sleep, move) y listo. Su armonía visual va en la misma línea que sus sonidos, es equilibrada, serena y con un punto hipnótico.

Si eres de los que necesitan concentrarse sin interrupciones, relajarse sin meditación guiada o explorar nuevos espacios sonoros, tienes que darle una oportunidad. Hackear tu cerebro nunca ha sido tan bonito.

Como me he suscrito durante un año, tengo algunas invitaciones para probar la opción premium durante 14 días. Si quieres una, solo tienes que hacer click aquí :)

Punto #3 Amor, belleza y fama

Al empezar el año me hice dos propósitos. El primero tiene que ver con un chico que me gusta, pero ventilar mis vergüenzas en una newsletter que no me da ni un céntimo sería entregarme en exceso, así que mejor me lo guardo. El segundo era darme permiso para comprar un libro nuevo por cada dos que leyera de la montaña que tengo apilada en mi mesita de noche.

Bueno, pues… emmmm, el 9 de enero los propósitos ya eran un débil recuerdo, una ligera brisa, una sombra lejana. Menos de dos semanas para sucumbir al placer de ambas tentaciones. Soy débil.

Como lo del chico ya hemos dicho que no, hoy te quiero hablar del librito con el que pequé. El número 47 de la colección Penguin Modern: “Fame”, de Andy Warhol. Se trata de un ejemplar minúsculo, una chuchería, un suspirito de 4,5€. No tenía ni idea que algo tan pequeño guardaría ideas tan grandes.

En “Fame”, Warhol reflexiona con su estilo irónico, frívolo y perspicaz sobre tres temas que marcaron su vida y su obra: el amor, la belleza y la fama. Temazos. Con tono directo y a veces desconcertante, el bueno de Andy desmonta ideas preconcebidas y canónicas sobre estos conceptos, abordándolos con una mezcla de superficialidad y aguda observación que solo él consigue hilar sin que resulte artificial o forzada.

De los temas principales derivan subtemas y frases que piden mármol. Para despertar tu curiosidad, dejo por aquí cinco de mis favoritas:

• Fantasy love is much better than reality love. Never doing it is very exciting. The most exciting attractions are between two opposites that never meet.

• I don't see anything wrong with being alone. It feels great to me. People make a big thing about personal love. It doesn't have to be such a big thing. The same for living, people make a big thing about that too. But personal living and personal loving are the two things the Eastern-type wise men don't think about.

• The biggest price you pay for love is that you have to have somebody around, you can't be on your own, which is always so much better. The biggest disadvantage, of course, is no room in bed. Even a pet cuts into your bedroom.

• Funny people are the only people I ever get really interested in, because as soon as somebody isn't funny, they bore me.

• I really don't care that much about 'Beauties'. What I really like are talkers. To me, good talkers are beautiful because good talk is what I love. The word itself shows why I like talkers better than beauties, why I tape more than I film. It's not 'talkies'. Talkers are doing something. Beauties are being something.

Punto #4 Lo cotidiano es extraordinario

La mirada lo es todo, tu mundo, tu realidad, tu vida. La manera en que sales a la calle y observas lo que te rodea hace que la sientas de una forma u otra. Dos personas con la misma rutina pueden vivir de forma opuesta según la atención que presten a lo que les rodea y cómo lo interpreten.

Lo pensé hace unos días, cuando en Instagram descubrí que mi prima adolescente, Amna, tiene mirada de adulto. Pero no de adulto de 30 años, ella observa como una abuela que pasea por la vida con tranquilidad y se detiene ante perspectivas, ángulos y enfoques que a la mayoría nos pasan de largo. Me sorprendió tanto que le pregunté a su madre si las fotos eran suyas.

En cambio, siento todo lo contrario al ver las fotos de Martin Parr. El fotógrafo británico, pese a sus 72 años, tiene una mirada de niño travieso, curioso, divertido. Un poco cabroncete pero sin una pizca de maldad. Agudo. Un poco como aquello que te conté de Miquel Barceló. Parr presta atención a los detalles y se detiene a observar, pero no busca idealizar lo que le rodea, sino que expone las capas que forman la realidad a través de la ironía y la autenticidad.

Tiene capacidad de ver donde otros solo miran, de capturar estampas cómicas que acostumbran a pasar desapercibidas por su cotidianidad, por lo interiorizadas que las tenemos, por lo comunes que son. Su cámara revela escenas tan absurdas como reflexivas con un profundo sentido del humor.

Podría escribir líneas y líneas de su obra, del arte de entrenar la mirada o de cómo su figura ha influido en la manera que tengo de salir a la calle y observar, pero creo que es mejor que te recomiende una película con la que lo entenderás todo: “Yo soy Martin Parr”. Un documental de poco más de una hora, agradable, ligero, con el que querrás abrazar a este abuelete entrañable y acompañarlo a dar un paseo mientras os coméis un helado.

Punto #5 Volver

Mientras escribo esta newsletter, me ha llegado un mensaje de WhatsApp inesperado y sorprendente. Es de un amigo con el que no hablo desde hace unos diez años. Durante una época, fue una persona importante en mi vida. Él tenía el bar de moda en Barcelona y yo prácticamente vivía allí: montábamos fiestas, conocíamos a todo el mundo y hasta hice de DJ. Fue una etapa increíble y tan divertida como autodestructiva. Pero, como pasa a veces, algo se torció y, aunque no sé muy bien qué fue, nos distanciamos, dejamos de hablar y cada uno siguió su camino.

Esta situación me recordó a algo que sucedió durante la pandemia, cuando fui yo quien se acercó a dos personas importantes del pasado. Una de ellas fue N, amiga de toda la vida con la que había perdido el contacto tras una discusión tonta. En esos momentos, encerrada en casa, me di cuenta de cuánto la echaba de menos, así que le escribí. Nos vimos, hablamos y volvimos a conectar. Hoy, N es una persona fundamental para mí: la que escucha y no juzga, la que siempre tiene un consejo o una reflexión que te hace avanzar. Y, aunque no nos vemos cada día, hablamos todas las semanas y nos contamos nuestras historias. Soy muy afortunada por tenerla en mi vida.

También le escribí a otro amigo con el que compartí risas y noches reversibles, S. Una amistad que se rompió porque fui imbécil. Me enamoré de él cuando se fue a trabajar a Silicon Valley y, sin saber cómo gestionar lo que sentía, proyecté mi frustración con rabia. La distancia hizo el resto. Durante la pandemia, decidí escribirle, retomamos el contacto y volvió. Otro golpe de suerte.

Este aluvión de recuerdos, propiciado por un WhatsApp inesperado, me ha hecho pensar en lo curioso de las amistades que vuelven. Hay personas que, por un motivo u otro, se quedan atrás; a veces es un malentendido, un enfado o la vida corriendo en direcciones opuestas. Pero luego, de repente, el tiempo pasa, las cosas se enfrían y aparece esa oportunidad de recuperar lo que parecía perdido. Y es bonito pensarlo así, como un segundo comienzo.

Volver no siempre es retroceder. A veces significa reencontrarse con partes de nosotros mismos que habíamos olvidado. Quizá la clave esté en intentarlo sin demasiadas expectativas, dejándose llevar un poco por la curiosidad y por el cariño; volver a hablar, tomar algo, compartir lo que ha sucedido en estos años y descubrir qué queda.

Si funciona, estupendo. Si no, tampoco pasa nada. Hay lugares a los que no merece la pena volver y amistades que, por mucho que lo intentemos, ya no tienen hueco en nuestra vida. A veces, el cierre más honesto es el que deja las cosas en el pasado. Pero mientras llega ese momento, mientras nos decidimos, vale la pena intentar recuperar a ciertas personas. No tanto por volver a lo de antes, sino por descubrir qué tipo de relación puede surgir ahora. Porque, al final, quizá de eso se trate todo: de saber cuándo dejar ir y cuándo vale la pena volver a intentarlo.

Yo, de momento, he quedado para desayunar el sábado.

Punto y aparte

• Una frase de John Berger sobre el tema de observar: "Al mirar, descubrimos y nos transformamos, porque cada imagen invita a repensar nuestra existencia."

• Por fin han reunido la obra literaria de Gata Cattana en un libro: Poesía Completa. Su legado sigue latiendo fuerte, y para hablar de todo lo que hizo y lo que se quedó en el tintero, en el programa Fuego y Chinchetas han hablado con su madre y su amigo Juancho Marqués. Un homenaje a una voz única que se fue demasiado pronto.

• Recuperé esta entrevista a Felicidad Blanc, viuda del poeta fascista Leopoldo Panero, a sus hijos y al cineasta Jaime Chávarri realizada por Manuel Amado en su programa Radio Revista de la Cadena SER en 1976. Fascinante, como todo lo que tiene que ver con esta familia.

• En un par de días se estrena “Tardes de Soledad” de Albert Serra. Un documental duro, doloroso y brutal que retrata la crueldad del toreo y a los psicópatas que se dedican a dar muerte a un animal que no quiere estar ahí mientras otros desalmados lo disfrutan. Hay que verla en el cine. Juzgarla sin haberlo hecho está llevando a más de uno a hacer el ridículo de forma espantosa. Por favor, no seas esa persona.

• Me encanta Luigi Mangione. Su estilo, su mirada y esos tobillos al aire con loafers esposados. Viendo cómo Trump y sus secuaces billonarios están a punto de romperlo todo, eat the rich suena más a manual de supervivencia que a eslogan incendiario. Para seguir las aventuras de este súper sexy Robin Hood contemporáneo he activado la campanita en esta cuenta de Instagram.

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  ¡Y hasta aquí la entrega de marzo! Ahora, la noticia prometida. ¡Breaking News! Cinco Puntos sigue creciendo y, además de la newsletter del día 5 y el podcast del 15, a partir del 25 de este mes tendrás una nueva cita: Cinco Puntos con… Hasta aquí puedo leer.

  Mientras llega, ¡disfruta y sé feliz!