Basta. No entiendo qué está pasando. 5 de diciembre, qué broma es esta? Pero si ayer nos estábamos comiendo las uvas en la terraza de Jordi y Albert. En fin, última newsletter del año. Es día 5 y no voy a hacer balance, es demasiado pronto, pero ha sido espectacular. Me asusta llevar tantos años buenos seguidos, creo que algo malísimo puede pasar en cualquier momento.
Mientras, te traigo fotos de mi perrete favorito en el desfile de Macy’s en Acción de Gracias y algunos platos ricos de la millor cuina catalana. Sigo con la última obra de teatro de una tía listísima que quiere ser tonta. Es tan inteligente que si la tuviera delante solo querría huir, tremenda. Después, un artista con espíritu joven y un tema desagradable, muy oscuro, feo, pero últimamente vive enganchado a mí y quiero compartirlo contigo. No todo es jeje, jiji. Hello darkness my old friend.
Punto #1 ¡Gracias, Snoopy!
Cada año pienso en celebrar una gran comida de Acción de Gracias en casa, pero pasa el tiempo, me pilla el toro y nunca lo hago. De lo que sí me doy un atracón es de todas las imágenes de mesas perfectas, rechonchos pavos brillantes y fotos del desfile de Macy’s.
Me encanta el desfile de Macy’s. Las carrozas, las bandas de música, actuaciones en vivo, su puntito hortera y, sobre todo, los personajes inflables que desfilan por las calles de Nueva York. Mickey Mouse, Spiderman, los Minions, Hello Kitty o Coco están muy bien, pero a mí hay uno que cada año me pone de buen humor: Snoopy, mi favorito.
Este año, tras ver algunas imágenes históricas en Instagram, me he obsesionado un poco y me he recreado buscando fotos.
Resulta que el inflable de Snoopy debutó en 1968 para rendir homenaje al mejor perro de ficción, a los “Peanuts” y a su creador, Charles M. Schulz. Desde entonces, ha sido una presencia recurrente y se ha convertido en un clásico con diferentes temáticas. Dejo por aquí algunas de las fotos que más me gustan.
1968: Snoopy aviador
1987: Snoopy patinador
1988-1995: Snoopy acompañado de Woodstock
1999-2001: Millennium Snoopy, con sombrero de bufón
2006-2011: Snoopy Flying Ace
2013-2015: Snoopy y Woodstock en una versión renovada
2019-2022: Snoopy astronauta
2023-2024: Beagle Scout Snoopy
Punto #2 Alkimia
Transformar lo cotidiano en excepcional, lo sencillo en sofisticado, lo habitual en extraordinario. El nombre del restaurante estrella de Jordi Vilà no puede ser más acertado: Alkimia. Un espacio gastronómico que eleva platos tradicionales de la cocina catalana a la vanguardia de forma orgánica, sincera, sin artificios ni trampas y con un objetivo claro: comer bien.
Pese a estar al lado de mi antigua oficina, lo tenía pendiente desde hacía años. Había probado la cocina de Jordi en todas sus modalidades: en el clásico Vivanda de Sarrià, en el icónico Bar Velódromo, en el breve y pantagruélico Louis 1856, en formato pizza en Mucho, incluso en su versión take away en Va de Cuina con esa escudella para llevar que quiere plantar cara al ramen. Pero Alkimia es otro rollo, no es un sitio de diario, necesitaba una excusa para darme ese homenaje: mi cumpleaños.
De la experiencia me quedo con su honestidad. Nada me sorprendió especialmente, no hubo fuegos artificiales ni estridencias, pero todo era perfecto, impecable, tenía sentido.
Vilà no cae en exageraciones ni hace circo, sino que cuenta historias sencillas a través de sus platos. De ahí nacen propuestas como el nigiri de atún a la catalana, donde sustituye el arroz del sushi por pa amb tomàquet o la kokotxa con mongeta del ganxet. Platos genuinos. ¿Mis favoritos? Los citados anteriormente, la ostra con huevo, el bogavante con romesco y el pato con trompetas. En cambio, sigo pensando que el caviar está sobrevalorado. ¿Qué le pasa a la gente con esas bolitas negras? No lo entiendo.
Si quieres disfrutar de platos en que la cuina catalana tradicional se da un abracito con la contemporánea, no hay un sitio mejor que Alkimia.
Punto #3 La felicidad de ser tonta
Quema el carnet del CCCB, no pises la filmoteca y olvídate de las exposiciones. Tira los libros de Anagrama, cancela tu suscripción a Filmin y, si nada de esto funciona, inyéctate bótox en el cerebro. No lo pienses, sin miedo. ¿Para qué? Pues para ser menos lista. Ese es el objetivo, alejarte del conocimiento y acercarte a la felicidad. Justo lo que hizo la ciberactivista Paula Miró, una de las protagonistas de la obra de teatro “Del fandom al troleig. Una sàtira del bla bla bla”, dirigida por la dramaturga, guionista y genia absoluta Berta Prieto, aka “la nena mimada de la Sala Becket”.
Con la premisa de que ser lista y acumular conocimiento solo trae problemas, la directora crea una sátira perfecta de la Barcelona de la generación Z. Mommy issues, salud mental, feminismo, presión social, silly privilege, cambio climático, overthinking… Parodiado con un sentido del humor propio y corrosivo, Berta Prieto se ríe de todo, empezando por ella misma y los de su generación. Es tan lista que asusta.
Como no quiero hacerte spoilers y, además, es imposible transmitir en palabras lo maravilloso de la obra, te dejo por aquí cinco de las cosas que más me gustaron:
“No lo llamaremos teatro, lo llamaremos accidente”. Es una de las primeras cosas que la directora le dijo a las actrices al empezar los ensayos y, a partir de ahí, se desarrolla una forma de trabajar colectiva con un resultado único: una obra diferente a todo lo que hayas visto.
Hay un momento en que se explora cómo nos relacionamos con la información y aparecen dos conceptos que me encantaron: “obesidad mórbida de cultura” y su reacción más crítica, la “huelga de conocimiento”. Brillante.
La policía del cringe, los que deciden lo que está bien o mal. Esa que de existir me detendría cada vez que subo un selfie a Instagram intentando hacerme la guapa.
“El tonto” que interpreta Belén Barenys. Bueno, en realidad, todo lo que interpreta Belén Barenys. La tía está que se sale. Arriesga, sorprende y borda todos los personajes. Igual que Judit Martín, qué actriz más bestia, un gran descubrimiento.
En el proceso de creación de la obra, Berta pregunta a las actrices qué es lo más loco que les gustaría hacer en un escenario y “oh, sorpresa”, lo representan. Valiente y espectacular, un regalo para público y protagonistas.
Ahora llega lo malo, siento decirte que hace semanas que todas las entradas están vendidas, sold out, y solo le quedan 3 días en la Becket, pero estoy segura de que volverán. Aviso para que estés alerta y compres las entradas en cuanto anuncien nuevas fechas. Vale muchísimo la pena.
Punto #4 Espíritu joven
Miquel Barceló es un espíritu joven. Estoy convencida. No le echo más de 20 años pese a que en su DNI ponga que nació en 1957 y él diga que sigue pensando que tiene 40.
Desde hace meses, cada vez que conozco a alguien, calculo su edad según sus vibras, energía y entusiasmo. Veo a personas de 30 años que en realidad tienen doscientos y a señores como Barceló que ni de broma se acercan a los 67. Nadie con 67 años tiene esa mirada, esa torpeza infantil, esos gestos o esa sonrisilla. Aixxx, me enamoré un poquito, sí.
Llegué a la conclusión de que Barceló es un chaval mientras escuchaba sus anécdotas en una conversación con Sergio Vila-Sanjuan en el CCCB para presentar “De la vida mía”. En este libro, Miquel Barceló mezcla memorias personales y reflexiones sobre su carrera artística. A través de sus cuadernos recorre su infancia en Mallorca, su fascinación por el mar y su relación con el arte, explorando el proceso creativo y sus influencias. Es una reflexión íntima que conecta lo personal con su producción artística a lo largo de los años.
Con el libro como excusa, el creador charló de sus encuentros con Warhol, de Mallorca, de la sobrasada, de Nueva York, de drogas, de Agnès Varda, de bucear y de su relación con la escritura, entre mil temas más. Todo, mientras daba sorbitos cortos a su gin tonic un lunes antes de las 7 de la tarde. Qué tipo.
Te dejo por aquí el vídeo de la charla completa y cinco frases que me gustaron:
Como no tengo ninguna pretensión de escritor, me puedo permitir escribir.
Decir que los libros digitales acabarán con los de papel es como decir que la quinoa acabará con la paella.
Para aprender a dibujar tienes que aprender a mirar.
La industria turística se parece mucho a la de la droga, la quieren controlar y no pueden.
Barcelona puede ser divertida, pero yo no le encuentro la gracia.
Punto #5 Demasiado presente
Últimamente, vuelvo a pensar mucho en la muerte. Todos los días. Varias veces. No consigo sacármela de la cabeza y sé que cuanto más lo intente, menos podré. Suena intenso, lo sé, pero no es que esté en plan darks o bajón existencial (bueno, a veces un poco). Es como un recordatorio constante de que esto, todo esto, es finito. Y claro, saber que tiene un final le pone un filtro distinto. Lo cotidiano se siente más grande. Un ataque de risa, el mensaje de ese chico, una coincidencia, aquel trago, el rayo de sol en la cara mientras voy en bici al trabajo… Todo es más intenso, más valioso.
A veces es incómodo, no te voy a engañar. Me pasa mucho cuando echo la siesta el fin de semana. De golpe, me despierto con palpitaciones y la idea en mi cabeza del fin de la existencia. Ahí lo paso mal, es asqueroso. Me da vértigo, como si estuviera al borde de un acantilado y no pudiera dejar de mirar abajo. Pero ese vértigo también me despierta. Me hace darme cuenta de que hay que aprovechar el ahora. Que este momento, por pequeño que parezca, es el momento.
Es raro porque pensar en la muerte no me hace apreciar menos la vida, al contrario, la siento más cerca, más real. Como si la vida me susurrara “no te duermas, esto es un regalo”. Aunque, seamos sinceros, no siempre es fácil. Hay días en los que preferiría no pensar en nada y, simplemente, fluir. Pero después me digo: ¿qué sentido tendría fluir sin un poquito de vértigo de vez en cuando?
Así que aquí estamos, intentando valorarlo todo. Aunque dé miedo. Aunque incomode. Porque si algo tengo claro es que al final no se trata de cuántos días tengamos, sino de cuánto y cómo los vamos a llenar. Y la muerte, desagradable como es, me lo recuerda cada día.
Si esto te incomoda, bienvenida al club. Si te inspira, aún mejor. Vivamos, aunque sea con vértigo.
Punto y aparte
La mejor serie del año ha llegado en diciembre. Espero que estés viendo Los años nuevos, la última serie de Sorogoyen. 10 finales de año, 10 capítulos (de momento solo hay 5 visibles). Cumpleaños, amigos, cigarros, fiestas, sentimientos, drogas y escenas de sexo que se parecen demasiado a la vida real. Imprescindible.
Tengo una nueva palabra favorita: Saperlipopette, algo así como “caramba” en francés. Qué bonita.
Premio por haber llegado hasta aquí. El restaurante Alkimia es genial, pero el precio es un poco loco. En cambio, al ladito, puedes encontrar Alkostat, su hermano pequeño. Te costará una cuarta parte y acabarás más que satisfecha.
En la web del desfile de Macy’s hay un apartado de accidentes y daños que me parece maravilloso.
“Donde está el peligro está la salvación”. Otra frase que he encontrado mal escrita en mi móvil y que ha llegado en el momento adecuado.
Colorín colorado, este año se ha acabado. Nos escuchamos el día 15 en el mejor podcast del mundo y el 5 de enero esperando a los Reyes. Gracias por aguantarme :)
👏🏻👏🏻👏🏻
Este Cinco Puntos, lo he leído en voz alta. Tarde fría, tranquila y un Té calentito!!!