Cinco Puntos by Letibop #19 This is not what you wanted. Not what you had in mind
Cinco Puntos - Cindo de Septiembre de 2023
Comunicado oficial: El de 2023 pasará a la historia como mi verano menos favorito. ¿Qué ha sido esto? Hace unos días estaba en casa con las ventanas cerradas, luchando contra el sol y con dress code "almost naked". Siempre me ha encantado el calor, pero esto ha sido duro. Hoy, en cambio, el Dana amenaza con arrasar la península, he vuelto al trabajo después de un fin de semana de felicidad absoluta en el Cala Mijas y solo quiero llorar.
No lo supero. Lo estoy pasando regular.
Para recuperar la normalidad en el punto uno me rodearé de belleza, viene cargadito de chicas increíbles. No solo son guapas, tienen un aura especial que las hace únicas, magnéticas. Seguiremos dando mordisquitos a una brocheta hecha en parrilla japonesa en el centro de Barcelona. Después de comer siempre va bien estirarse en el sofá un rato, aprovechamos y nos ponemos una serie, una distopía ambientada en Oslo mucho más realista de lo que nos gustaría. No te preocupes, pasa bien, no se hace bola. Seguimos con un poco de música, si Daft Punk fueran granadinos sonarían como ellos. Unos genios. Acabaré explicándote por qué corro. No te preocupes, no va a ser una chapa sobre el deporte, va de mi vida y enseño algunas vergüenzas.
Tómate un respiro y despistémonos juntos.
Septiembre es tremendo, pero podemos superarlo.
Punto #1: Las chicas de Godard
Este verano la Filmoteca le ha dedicado un ciclo a Godard y a mí me ha faltado tiempo para refugiarme del calor en mi santuario. Mientras revisaba los films, me he dado cuenta de que lo que más me gusta de las películas del insufrible director son sus chicas. Lo son todo. Ligeras, seductoras, elegantes, sofisticadas, enigmáticas, encantadoras, cautivadoras. Tan diferentes y tan iguales en su capacidad de deslumbrar.
Este verano me he vuelto a enamorar de ellas mientras encendían un cigarrillo tras otro y por eso he decidido presentarte a cinco de mis favoritas:
Jean Seberg
Empiezo con la protagonista de la primera película de Godard y referente de la Nouvelle Vague. Su estilazo repartiendo periódicos con apenas 17 años en À bout de souffle, su pelito pixie, estilo despreocupado y esa camiseta del New York Herald Tribune se han convertido en uno de mis iconos favoritos.
Juliet Berto
Quizás no sea la más popular pero es increíble. Tiene “mirada de fumada”, porte de je m'en fous y habla quitándose importancia. Imperturbable, los chicos no la alteran, nada es relevante. El intento de definición del marxismo y el leninismo en La Chinoise es una delicia. Vaya tía.
Marina Vlady
Juliette, el personaje que interpreta en 2 ou 3 choses que je sais d’elle me seduce e inquieta a partes iguales. Ama de casa de día y prostituta de noche en un mundo con personajes imperturbables, fríos y sin sentimientos ante la miseria, la guerra o el consumismo más agresivo.
Anne Wiazemsky
Intelectual, burguesa y pareja de Godard con 17 años. Nepobaby (nieta de François Mauriac), tímida y apática. Wiazemsky se negó a ser un trofeo para el director, acabó hasta el gorro de él (normal) y escribió sobre su relación en el libro “Un año ajetreado”. La protagonista de La Chinoise tiene un encanto peculiar y nada con gracia entre las aguas del comunismo y su origen más que privilegiado.
Anna Karina
He llegado hasta el final sin citarla por lo fácil y obvio, pero me rindo. Anna Karina es la más especial, tiene aura, es preciosa. La princesa de la Nouvelle Vague es el icono del movimiento, la actriz a la que todas las chicas querían parecerse, un encanto único. tica, pizpireta y con carácter. Es muy bestia
«Es una verdad universalmente aceptada que la Historia del Cine es una conjura de hombres tímidos, poco atractivos y obsesos sexuales para rodearse de mujeres arrebatadoras».
Colin MacCabe en “Godard: retrato de un artista a los 70”.
Punto #2: Suru Bar y su brocheta de piel de pollo
Me gusta que los labios se queden pegados al probar un bocado lo suficientemente graso como para sellarlos. Puede parecer desagradable, poco atractivo, pero esa sensación pegajosa me chifla y el brillo que deja no lo consigues ni con el mejor lip balm.
Hace unos días volvió a suceder gracias a la brocheta de piel de pollo y tartar de gamba del Suru Bar. Un sencillo mar i muntanya que te lleva a lo más alto en tres bocados y que cocinan a la vista en una espectacular robata (parrilla japonesa). Puro equilibrio, una piel de pollo crujiente, melosa y grasa que se mezcla con el frescor del tartar de gamba y el umami de la salsa. Estoy salivando. Necesito más.
Un bocado perfecto que abre las puertas a una carta llena de platillos cuidados y exquisitos. Aquí va mi selección:
Puerro con Tosazu, crema de tomates deshidratados y rabanitos.
Cogollo a la brasa con hummus de piñones, vinagreta de lima y salsa de ostras y torreznos de pollo.
Brocheta de oreja, calamar y mollejas.
Carrillera de ternera al Marsala con patatas asadas y berros.
Tarta Alaska con helado de manzana a la brasa.

El Suru lo lideran a la perfección tres ex Gresca y no tardará en convertirse en uno de los restaurantes más destacados del Eixample Esquerra. Una nueva barra donde ser feliz.
Punto #3: The Architect

Durante los meses de calor se me hace complicado ver series que no estén ambientadas en esta época. Me gusta el contenido ligero, fácil, que no me haga pensar ni me plantee demasiados dilemas. Protagonistas de piel tostada, amores efímeros, viajes, verbenas, playas y piscinas. Pues todo eso es lo que no tiene una de las series que más me ha gustado este verano: The Architect.
Se trata de una distopía donde una joven arquitecta que trabaja como becaria se ve obligada a vivir en un parking debido al aumento del precio de los alquileres. En medio de esta situación tiene una idea para construir viviendas asequibles y conseguir "que nadie tenga que ser apuñalado para poder pagar un piso en el centro de la ciudad”. Este proyecto se convertirá en una oportunidad, pero a la vez le supondrá algunos dilemas. Y hasta aquí puedo leer.
The Architect me ha encantado. ¿Por qué?
El tono
Es crítica, sí, pero no de forma dramática o intensa. El juicio se hace desde la sátira lúcida, inteligente y oscura. De tan ácida a ratos te planteas cómo puede ser que te estés riendo.
La protagonista
Te suena y no sabes de qué. La has visto antes, ¿verdad? Sí, Eili Harboe es la responsable de comunicación de GoJo en Succession, la chica que tiene el rollito raro con la sangre y Lukas Matsson. No hay que perderle el rastro.

Las relaciones
De forma dinámica y poco explícita se abordan relaciones y conflictos desde la cotidianidad. Se habla de amistad, trabajo, jerarquía, familia o diferencias de clase y todo sin forzarlo, fluyendo mientras la trama se desarrolla.
El vestuario
Se sitúa en Oslo y la indumentaria no puede ser más nórdica, puro minimalismo en tonos blancos, negros y grises. Póngamelo todo, por favor.
El formato
Cada vez soy más fan de las miniseries. 4 capítulos de 20 minutos, lo que vendría a ser una película de duración perfecta. Las personas con déficit de atención hemos encontrado ahí nuestro refugio.
Punto #4: La Plazuela

“Hoy hay que llegar pronto, La Plazuela tocan a las seis y no nos lo podemos perder”. Esa era toda la información que tenía del grupo que nos haría llegar al festival tempranísimo el día que bailaríamos durante 12 horas. Y valió la pena.
Cuando el sol todavía apretaba con rabia, los granadinos llenaron el escenario grande con su flamenco fusión. Dios mío, odio el concepto “flamenco fusión”, me remite a atrocidades musicales que te estarán golpeando el cerebro. Pero no te asustes, Luis, Manuel y su banda valen la pena. Ellos mezclan electrónica, bases techno y flamenco para hacerte bailar y saltar como si no hubiera mañana. Reivindican sus raíces al grito de “viva Andalucía y vivan nuestras abuelas” y lo actualizan con bits y golpes de bajo potentorros.
La música es buena, la estética cuidada y la actitud inmejorable. Se lo pasan bien y se nota. No se quieren marchar del escenario porque lo gozan y hacen disfrutar a la gente.
Si te apetece acercarte a ellos, date una vuelta por aquí, aunque lo mejor siempre es verlos en directo.

Punto #5: Correr

El título del quinto punto es una trampa, no va de correr, va de la vida. Nada que ver con competir, superarse o mejorar una marca. Y es que este verano he vuelto a ponerme las zapatillas después de unos meses de parón. Lo he retomado de forma orgánica, tranquila, con calma, y me ha llevado a pensar que la sucesión de etapas de mi vida se parece bastante a la relación que he tenido con el running.
Empecé de pequeña, a los siete años mis padres me apuntaron al club de atletismo y cada fin de semana competía en un pueblo diferente. Lo hacía de forma inocente, sin el objetivo de subir al podio o batir a mis rivales. Me lo pasaba bien.
Con la adolescencia la cosa se puso seria. Isidro, el entrenador, cada vez apretaba más. Si quería participar en los campeonatos tenía que mejorar y eso hizo que el juego dejase de ser divertido. Aparqué las carreras para empezar a saltar y descubrí que arquear la espalda y superar un listón como Dick Fosbury me hacía feliz y se me daba bastante bien. Llegó la universidad y seguí corriendo puntualmente, sin orden ni constancia. Más tarde, cuando empecé a trabajar, lo abandoné y solo hacía alguna salida puntual. Hola, sedentarismo.
La segunda etapa en que vuelvo a correr de forma regular llega con la pandemia. Iba a terapia y, tras muchas sesiones, Sara me confirmó que mi impulsividad y exceso de energía se debía a un cuadro de hiperactividad. Sota, caballo, Rey. Yo sabía que algo pasaba, me levantaba a tope, hacía mil cosas y la única forma de relajarme al acabar el día y poder dormir era fumando una índica que podía noquear al mismísimo Snoop Dog. Y eso, amigos, era un desastre. Me causaba inestabilidad emocional y unos cambios de humor repentinos que me convertían en una persona insoportable. Había que pararlo y empecé a trabajar con la psicóloga. “Si quieres que eso acabe tienes que dejar de fumar”. Ok, lo hice en seco, de un día para otro, pero necesitaba algo que me relajara para poder dormir y no quería pastillas. Solo había una solución: hacer deporte hasta agotarme. Y así fue. Las medidas del confinamiento se relajaron y el ratito para salir a la calle, yo lo dediqué a correr por Montjuic. Empecé haciéndolo mal, sin calentar, demasiados kilómetros y poco descanso, pero senté las bases y marqué una rutina. Cambié mi alimentación y lo combiné con sesiones de gimnasio hasta que llegaron las molestias y me vi obligada a parar unos meses.
Este verano he vuelto y me lo he tomado con calma. Salí el primer día “a trotar un rato”, si hacía un par de kilómetros estaría bien, si lograba más, genial, lo importante era evitar el dolor. Me sentí cómoda y corrí seis. Al día siguiente nueve y aumentando durante todo el verano. Un día no tengo demasiadas ganas, pero me vengo arriba y acabo haciendo once por el bosque. Otro, en que estoy motivada, me bajo de la cinta a los cinco porque no quiero más. Si hoy no me apetece, me permito descansar. No me presiono, no me obligo, no me pongo objetivos. Duermo bien y no necesito destrozarme. Es bastante parecido a cómo me tomo la vida. Dejo que las cosas vengan, que fluyan, sin angustiarme ni ponerme nerviosa, dándole a todo una importancia relativa porque, en el fondo, nada es tan importante.
"Cada carrera es una metáfora de cómo enfrentamos la existencia".
Haruki Murakami “Correr”.
Punto y aparte
Cinco puntitos cortos de regalo:
Te dejo por aquí la sesión de Moderat para el canal Arte Concert grabado el diciembre pasado en el Grand Palais de París. Estoy obsesionada con ellos, me ha dado fuertísimo. Un concierto suyo es la felicidad más absoluta, nada me hace sentir así.

Una frase que escuché en una película de Godard y me gustó: Solo la gente segura de sí misma es capaz de aceptar el fracaso.
Me encanta el canal de Instagram de este niño que con solo 6 años toca el piano, la guitarra, la batería, el ukelele, el bajo, el saxo, el violín y además produce sus propios temas.
He disfrutado del libro "Ganarse la vida. Una celebración" de David Trueba. Un delicioso repaso a su historia donde nos explica el paso de escribir como si fuera un juego a ganarse la vida con ello.
Directa, sencilla y simple. La respuesta de Diana Vreeland cuando le preguntan si tener estilo cuesta dinero.
Hasta aquí la última newsletter veraniega de 2023. Nos leemos en un mes con la depresión posvacacional superada.
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Me hace mucha ilusión recibir mensajes, apuntes y sugerencias.