Ya está, se acabó, ha pasado lo peor y hemos sobrevivido a otro asqueroso invierno. Las torrijas, procesiones y monas de Pascua dan la bienvenida al buen tiempo. Tienes unos días libres, te tumbas al sol y en un minuto estás helado, sí, pero todo es mejor.
Los cinco puntos de abril llegan en plena Semana Santa y espero que te pillen relajado y disfrutando de las vacaciones. Yo sigo trabajando, pero en nada volveré a Tossa, mi refugio en la Costa Brava.
Mientras, escribo sobre un cóctel perfecto en el bar más insigne de Madrid y al que estoy deseando volver. Ay, Madrid (insertar aquí suspiro). Seguimos dando un paseo hasta el Americana, el festival de cine independiente norteamericano de Barcelona, para acompañar a una chica preciosa en su despertar sexual bajo la mirada de Lena Dunham.
Flish, flish, el tercer punto huele a naranja verde, pachuli y cedro. Te cuento qué aroma he elegido como compañero para los próximos meses, un clásico de Hermès que me huele a nuevo.
Y para acabar, te hablaré de admiración, del entusiasmo que me generan algunas personas y de cómo un pequeño gesto lo cambió todo.
Venga, que se note la joie de vivre que escondías bajo los jerséis y las mantas.
Nos preparamos un café con hielo y empezamos con los cinco puntos de abril. Espero que los disfrutes con calma y bajo un sol suave de primavera.
Punto #1: Ginebra, soda y una mancha de lima
Hace unos días estuve en Madrid pasando el fin de semana. Una escapada perfecta, desde que llegué, directamente a la Taberna Pedraza, hasta que me despedí con un café que me hizo la chica más feliz del mundo. No paré de comer, beber y disfrutar en una ciudad que solo me da alegrías. Una de ellas llegó gracias al Cock, una coctelería centenaria en la zona del centro. Sí, seguro que si vives en Madrid la conoces, este punto te parecerá una obviedad y estarás pensando que mi ignorancia tiene delito, pero si puedo ayudar a que una sola persona lo descubra habrá valido la pena.
Paseando vi un local con iluminación cálida y tuve una corazonada. Abrí la puerta y me sentí cómoda antes de entrar, sabía que era un acierto. El local me resultó familiar con sus techos altos, columnas antiguas perfectamente conservadas, buenas molduras y ese je ne ses quoi que te indica que si las paredes hablaran, podrían escribir cien libros. Cien libros con historias interesantes. Se nota que ahí han pasado cosas y vibra en la misma sintonía que El Velódromo, uno de mis bares favoritos de Barcelona.
Es un local que emana historia, vividito, por él han desfilado intelectuales de todo tipo y gente de la farándula, desde Francis Bacon a Susan Sontag, pasando por Pedro Almodóvar, García Alix o Sybilla. Fundado hace poco más de 100 años, en 1922, se ha convertido en un referente de la buena coctelería madrileña y en un sitio para dejarse ver y ser visto.
De esa historia yo no tenía ni idea aquel sábado por la noche en que el Cock me dio la chispita que me faltaba tras todo el día caminando. Aquel Gimlet, un trago clásico, cítrico, corto y fresquito, servido en una impecable copa de cóctel, puso el sello a la primera visita de muchas que vendrán. Ginebra, una mancha de lima y soda. La perfección.
"Decir que no hay un bar como el Cock en Madrid sería decir poco, posiblemente no haya un bar como el Cock en el mundo." Ray Loriga.
Punto #2: Princesa Disney descubre el sexo
Lo último de Lena Dunham
A veces la encuentro insoportable y otras me iría de cañas con ella. Un poquito de amor y una pizca de rabia, en ocasiones me parece brillante y otras le pisaría el pie. Una mezcla de sensaciones que carecen de sentido. Con Lena Dunham tengo épocas y voy y vengo de forma irregular, sin patrón. He visto Tiny Furniture varias veces y Girls todavía no la he acabado pese a encantarme. Después de Sharp Stick, su último film, me encuentro en una fase de estabilidad emocional, reconciliación y reconocimiento. Hay que ser agradecida con la gente que te hace disfrutar, pensar y te provoca carcajadas en un cine.
Sharp Stick tiene varios ingredientes que me gusta encontrar en una historia. Sarah Jo, una preciosa joven virginal de 26 años que carece de figuras masculinas a su alrededor, tiene un acelerado despertar sexual con el padre del niño al que cuida. Él es un eterno adolescente algo histriónico que canta hip hop en la cocina mientras prepara tortitas con forma de ratón (o eso pretende).
Todo va muy rápido, pasa de no haber besado a nadie, a escaparse el fin de semana para entregarse al sexo con Josh, obsesionarse con un actor porno y tener una lista de tareas pendientes con más categorías que el desplegable de PornHub.
Escenas explícitas, tórridas, sin complejos. Mucha carne, pasión y algunas drogas en una intimidad forzada por la pandemia. Sarah Jo, esa jovencita inocente, se abre camino a través del sexo para encontrarse a sí misma y conectar con su «yo» verdadero. Un recorrido emocional más profundo de lo que puede parecer en un primer momento.
Como decía Víctor Esquirol en Fotogramas, “la actriz, guionista y directora neoyorquina, encantada de comportarse como una cría en el mundo de los adultos, habla de inseguridades, dependencias y otras toxicidades, pero también de cómo librarnos de todo esto”. Y eso sucede mientras te arranca una carcajada tras otra con escenas delirantes como la del parto. Muchas risas ahí.
La peli se grabó en secreto durante la pandemia, se estrenó en 2022 y en España no se le ha dado demasiado bombo. Yo tuve la suerte de verla en el Americana Film Fest, el festival de cine indie norteamericano de Barcelona y tú puedes disfrutarla ahora aquí. Una alternativa perfecta a las pelis de romanos que se repiten año tras año por estas fechas.
Punto #3: El perfume del principito que llevamos dentro

Me quedaba una hora muerta antes de ir al teatro y se me ocurrió acercarme a una gran perfumería para echar un vistazo a las novedades. Lo bueno de esos centros es que nadie te juzga si juegas con ocho fragancias o con ochenta, y yo me divierto haciendo mezclas raras y disparando, sin cargo de conciencia, los vaporizadores de Tom Ford como si fueran pistolas de agua.
Empecé alternando perfumes dulzones y fragancias ligeras con el botecito de café para calmar la fatiga olfativa. Cuando llevaba más de diez y las tiritas de papel se acumulaban en mis manos y bolsillos, decidí entregarme al mundo del colorete, un poco de rubor siempre favorece y mis fosas nasales se merecían un respiro. Volví para probar tres o cuatro más, pero no encontré nada que me gustara, me di por vencida y puse fin a la fiesta. Estaba a punto de marcharme cuando me topé con un muestrario de Hermès bastante clasicón. Era discreto, para nada llamaba la atención, pero me fijé en un frasco verde oscuro con acabado mate. Me gustó su sencillez y la profundidad del color del tarro. Flish, flish, pulsé el difusor sobre mi muñeca y se hizo la magia, acababa de encontrar mi aroma para esta primavera-verano. No es ninguna novedad, se trata de una fragancia creada en 1979 por Françoise Caron. Un emblema de la firma francesa que tiene como protagonista el frescor de la naranja verde acompañado por musgo, pachuli, limón, mandarina, menta y brotes de grosella. Una mezcla que, además, le queda bien a mi piel y perdura.
Yo, que siempre he sido de aromas empolvados, higos y talco -Puro Fico es uno de mis favoritos- he caído rendida ante las fragancias cítricas de Eau d’Orange Verte d'Hermès en su versión concentrada -la otra es buena, pero demasiado ligera y volátil-. Un perfume que trasciende géneros, modas, edades o temporadas. .
Jean-Claude Ellena: «Eau d’Orange Verte es el perfume del Principito que llevamos dentro».
Punto #4: Las manos de Lucian Freud

Tengo los dedos largos, manos huesudas y venas visibles, eso hace que me sienta como E.T. cuando señala su casa. A veces me encantan y otras me parecen esqueléticas y desagradables. La relación que tengo con ellas hace que me fije en las de los otros, ya sea por la calle, en una película o en un cuadro.
Las últimas manos que me han llamado la atención son las que pintaba Lucian Freud y que puedes ver en la exposición “Nuevas Perspectivas” del Thyssen. Son extremidades que me resultan familiares, casi propias. Los trazos gruesos, las pinceladas crudas y las capas de pintura forman grumos que dan vida a tendones, venas y huesos que están más fuera que dentro y parece que quieran escapar del cuerpo. Como los míos.
A lo largo de toda la exposición no pude evitar mirar las manitas de los protagonistas de sus obras, están cargadas de expresividad, igual que las pieles, telas y ojos, pero la muestra es mucho más. Más de 50 piezas dan forma a la exposición que va desde sus primeros retratos en los años 60, cuando pasó de pintar sentado a hacerlo de pie, a cuadros que muestran una intimidad muy cercana o encargos de figuras poderosas. Cuadros que llevan la realidad al extremo, como a él le gustaba describir su forma de pintar.

En el recorrido, dividido en 6 secciones, también puedes ver las piezas en que su estudio se convierte en escenario y una selección de desnudos que por su crudeza me golpearon fuerte y me incomodaron un poco. También, una de mis obras favoritas, el retrato a su amigo y artista queridísimo en esta newsletter, David Hockney. Siempre es una alegría ver al bueno de Hockney.
La muestra se cierra con una selección de fotografías del artista David Dawson, ayudante de Freud durante los últimos veinte años de su vida, que nos acercan al estudio del artista, el sitio donde pasaba la magia, un espacio desordenado, con restos de pintura por todas partes, trapos y paredes desconchadas.
Si te apetece visitar la retrospectiva, puedes hacerlo hasta el 18 de junio.
Punto #5: La reina de la idolatría

Estaba peinándome en el baño de casa de mis padres mientras tarareaba una canción de Estopa y me quedé pensando en una frase del estribillo. No la recuerdo, pero me pareció brillante y la repetí varias veces mientras me pasaba la ghd a 180 grados por el flequillo. ¿Cómo podía ser que, 24 años después, recordara cada palabra? No los escucho habitualmente, pero esas letras están grabadas en mi cerebro y listas para salir en cualquier momento.
Mi madre se acercó y le dije: “es admirable hacer algo que la gente recuerde durante tanto tiempo. Ha de ser genial”. Ella, quitándole importancia, soltó: “hombre, admirable tampoco, está bien”. ¿Cómo? ¿Que aquello no era admirable? Entonces, le pregunté a quién admiraba y su respuesta me golpeó como un bofetón que no ves venir. “A nadie, no admiro a nadie, hay gente que tiene habilidades para algo y está bien, pero ya”. ¿Pero ya?, ¿Cómo vivir sin admirar? Entonces, me quedé dándole vueltas a la cantidad de gente a la que rindo culto.
La admiración es la base de mi todo. Mi interés por las personas que hay detrás de cualquier creación hace que salte de un artículo a un podcast, de allí a una entrevista y luego a un vídeo de Youtube. Quiero saberlo todo sobre la persona que es capaz de crear algo que me gusta, cómo se le ocurre la idea, qué le inspira, qué desayuna el domingo cuando se despierta con resaca. Quiero. Saberlo. Todo. Soy la reina de la idolatría, una fan consumada, una enérgica entusiasta y cada semana encuentro una nueva víctima.
Pero no solo siento eso por gente creativa o con cierta fama, admiro a los que piden perdón, a los que lo hacen fácil, a los que te sonríen. A los que escriben bonito, a los que saben decir que no sin ser violentos, a los que fluyen, a los que no dan vueltas y a los que cocinan rico. A los que te regalan un clavel, unas velas o un beso. Admiro a las chicas con encanto natural, a los que no presumen, a las adolescentes intensas. Al jefe empático, al generoso y al que te envía un mensaje solo para saber cómo estás. Admiro a los que se quitan importancia, a los que se toman la vida con ligereza y a los que se ríen de sí mismos. A los que saben estar solos y a los que no paran de hacer grupos. A los que montan la fiesta, a los que la animan y a los que se quedan a recoger cuando todo se ha acabado.
En fin, que admiro muchísimo y me sienta bien, aunque no siempre ha sido así. Hace años, la gemela mala de la admiración me tenía poseída: la envidia. Sentía envidia porque Helena se había comprado las zapatillas de atletismo que me gustaban, porque a Marta no se le encrespaba el pelo o porque a Paula le empezaba a ir mejor que a mí. Todo me provocaba un sentimiento bajísimo, ruin y miserable. Nacía en la boca del estómago y se transformaba en rabia y amargura, hasta que una frase de Teresa Gimpera, la musa de la Gauche Divine, lo cambió todo. Decía que, incluso ella, siendo una Diosa en los años en que Barcelona brillaba, había sentido envidia de sus compañeras modelos, pero en vez de dejarse llevar, transformó ese sentimiento en admiración. Pasó de criticarlas a escondidas y mirarlas con desprecio, a felicitarlas y alabar sus cualidades. Los malos sentimientos se esfumaron, aumentó la complicidad y su vida fue mucho mejor.
A riesgo de parecer una flipada o un mesías de Mr Wonderful diré que ese pequeño gesto me cambió la vida. Al final, cómo tratas a los otros y lo que dices de ellos es un reflejo de la relación que tienes contigo mismo.

Punto y a parte
Y aquí tienes el festivo que cae en lunes, el regalito de cada mes, los cinco puntos más ligeros:
Ayer se estrenó la serie "Selftape". No he visto nada que transmita tan bien la relación entre hermanas. Amor, celos, cariño, envidia, protección, rabia, afecto, ira. Esa mezcla tan rara y especial. Tremendamente intensa. Altamente recomendable. Puedes verla en Filmin.
Un lector me sugirió que escribiera sobre mis cinco podcasts favoritos. La idea me pareció genial, pero me resultaba imposible seleccionar solo cinco, así que he preparado una lista en Spotify con un capítulo de cada uno. Tienes casi 32 horas en ella y todos son imprescindibles.
Como has leído, me encanta descubrir perfumes, pero me da vergüenza ir a las perfumerías, probarlos y no comprar. Ante eso, me he aficionado a los "Discovery Kits", una colección de miniaturas, que compras a un precio más que razonable y pruebas en casa. Aquí tienes los de Officina delle Essenze, Diptique, Jo Malone y Byredo.
Hace unos días disfrutamos en Barcelona del Moritz Feed Dog, el festival de cine documental de moda, y ahora puedes ver una selección de films gratis aquí mismo. Hay auténticas joyas.
Sobre la admiración, me gustó mucho la definición de Rodrigo Cortés en su Verbolario. Esa forma de extraer de cada palabra su significado oculto, casi opuesto, me encanta. "Admiración: Caricia de la que guardarse, pues, pasado cierto tiempo, se torna indefectiblemente en desprecio".
Hasta aquí la newsletter de abril.
Una newsletter que ha sido escrita y editada bajo la luz de las velas.
No por romanticismo, sino por necesidad. En mi finca han cortado la luz de 23h a 03h durante varios días y he tenido que trabajar a oscuras.
Hello darkness my old friend.
¡Nos vemos el cinco de mayo!
Si te apetece hacer cualquier comentario me encontrarás en newslettercincopuntos@gmail.com.
Me hace mucha ilusión saber qué te ha parecido y qué es lo que más te ha gustado. Si tienes alguna pregunta también estaré encantada en responderte.