Junio viene cargadito de fiestas y sus correspondientes resacas, pero no te preocupes, traigo propuestas culinarias para hacerlas más llevaderas.
Mientras tomas el sol puedes echar un vistazo a la revista con el mejor Instagram del planeta. No hay una foto mala ahí.
Conoceremos a un personaje que me fascina y del que se habla poco, un tipo peculiar.
Compraremos velas que, de tan bonitas, da pena encenderlas y, para acabar, nos iremos de festival.
Pasa y disfruta de cinco puntos. Me gusta cuando sale en domingo.
Punto #1: Comida de resaca
Mientras lees esto yo me encuentro hundida en el sofá recuperándome de la resaca que me ha dejado el Primavera Sound -hace 6 horas todavía estaba bailando-.
Hay gente que no puede ingerir nada después una noche de excesos, otros superan la resaca a base de zumitos, pero yo soy de las que necesita comer. Comer mucho. Hago mezclas sin aparente sentido que resultan deliciosas y me recomponen.
Aquí van algunos platos que salvarán las peores resacas de nuestras vidas:
Patatas fritas con Nutella. ¿Qué podría salir mal?
Esto es una guarrada, una guarrada deliciosa que acepta múltiples variantes. Mi opción favorita es la de patatas fritas de Burger King -por la consistencia plástica del tubérculo- y bote grande de Nutella. Coge las patatas y sumérgelas en la crema de chocolate y avellanas. Puedes probar también con patatas de bolsa, las de jamón aportan matices inimaginables. Arterias colapsadas, tripita feliz.
Macarrones gratinados. El clásico.
Pocas cosas saben mejor que llegar a casa de madrugada, cuando todavía te queda alegría en el cuerpo y meterte, entre pecho y espalda, unos macarrones con queso gratinados. Pasta, salsa boloñesa y queso, combo ganador. Tanto si los cocinas de cero como si son restos de la noche anterior hay que pasarlos por el horno. El queso fundido en el interior y crujientito por fuera te devolverá a la vida.
Sorbete de limón con limonada. Fuente de hidratación.
Se te fue la mano y estás deshidratado, así que bebe mucha agüita o, mejor todavía, sorbete de limón mezclado con limonada. Es un truco que aprendí en el restaurante de mis padres cuando me tocaba preparar los postres. Al mezclar el sorbete con la limonada -casera o industrial, no voy a juzgarte tras lo de las patatas - queda más fluido, suave y digerible. Te puedes bajar medio litro de un trago y ni te enteras. Frío, ácido y dulce. Yummy. También me gusta la sensación de tomarlo con una pajita gorda y notar cómo congela mi estómago sin pasar por la boca.
Pizza fría. No hemos venido aquí a ponernos exquisitos.
Más que plato de resaca, es el fin de fiesta perfecto cuando llegas a casa y todavía vas lacasito. Nadie podía imaginar que esa mozzarella fría, ese pepperoni y esa cebolla pocha se convertirían en algo tan delicioso. De la pizza fría me gusta hasta el borde reblandecido. Ideal consumir tirada en el sofá, con el maquillaje todavía en la cara y sin haberte quitado los zapatos.
Helado de plátano con nueces, chocolate y cereales. El Chunky Monkey casero.
Esta propuesta compensa las anteriores porque es tremendamente saludable. Solo hay que tener unos plátanos maduros cortados y congelados, ponerlos en la batidora con un poco de queso fresco (tipo Philadelphia o Burgos), añadir leche y batir hasta que quede cremoso. Ya tienes el helado. Ahora le añades unas nueces picadas y pepitas de chocolate. Voilà, Chunky Monkey “rialfuder”. Me gusta darle un extra de crunchy añadiendo cereales de avena. Con Smacks o Golden Grahams también está rico, pero deja de ser saludable.
Que aproveche y, recuerda, “no vuelvo a beber en la vida”.
Punto #2: Whereisthecool?
Where is the cool? Pues en cada una de las fotos y textos de esta revista-joya. Un manifiesto estético de 80 páginas tremendamente original y creativo que da respuesta a la pregunta de su título. De esta forma, cada artículo nos enseña algo que mola. Y no fallan. No hay uno malo. Los temas son variadísimos, mientras ves la foto de tres pelotas de tenis blancas te explican por qué hoy en día son de color “optic yellow”. Pueden hablar de una villa del sur de Francia, pósters eróticos que adornan las paredes de un garaje o de la tortilla española y siempre es interesante.
Para mantener su independencia y no caer en las garras de anunciantes que condicionen su línea editorial, Whereisthecool? funciona a través de suscripción. Si te apetece echarle un vistazo date una vueltita por aquí, no te decepcionará.
Punto #3: Cugie
El otro día recuperé un libro de esos que he visto toda la vida en casapadres y siempre me ha llamado la atención. Uno vividito, con recorrido. Tiene una nota de julio de 1982 y está dedicado a Pilar y Jordi pero mis padres no se llaman así. De casa de Pilar y Jordi pasó a la de mis progenitores, yo lo "tomé prestado" con la intención de no devolverlo nunca. Mi hermana hizo lo mismo y lo he tenido desubicado algunos años, pero lo he recuperado, vuelve a ser mío.
De pequeña, cuando leía todo lo que encontraba, - Lectum Juvenil, Logos 2000 y Enciclopedia Médica incluidos- no entendí demasiado quién era ese personaje. Me llamó la atención la caricatura de la portada. Un tipo excéntrico con mirada que dejaba intuir algo de pervertido. Barretina, gafas, bigote fino y pipa. De fondo, retratos de celebridades del Hollywood clásico y como título, en grandes letras en naranja “Yo Cugat”. Tenía algo de hortera pero me gustaba. El prólogo lo firmaba Frank Sinatra con un cierre que decía: “But that doesn’t mean I don’t love Cugie dearly…and I’m still waiting for a caricature of myself from him”.
El libro cayó en el olvido durante un tiempo, pero cuando estudiaba periodismo, en una etapa en que me obsesioné con Terenci Moix, encontré una entrevista de El País de 1993 que me hizo rescatarlo. Era él, el tipo de la portada, ese personaje raro y familiar a la vez. Leí, empecé a investigar y recuperé el libro. La figura de Xavier Cugat me dejó loquísima. ¿Por qué no sabía más cosas de él?, ¿Qué me estaba perdiendo?, ¿Quién era ese señor nacido el 1 de enero de 1900? Tenía que volver a aquel libro para saber más.
Explicar todo lo que hizo Cugat es inabarcable. Voy a dejar por aquí el documental “Sexo, maracas y chihuahuas” que relata su trayectoria. Y para abrirte el apetito voy a destacar cinco puntos -guiño, guiño- que me parecen interesantes:
Fue un niño precoz. Con 12 años, tras emigrar de Girona a Cuba, se convirtió en el primer violinista de la Orquesta Sinfónica de La Habana.
Los sábados, Al Capone le pagaba su actuación en un club de Chicago. Lo llamaba cariñosamente Cugie y lo invitaba frecuentemente a cenar spaghetti all'amatriciana que cocinaba su mamma.
Fue el responsable de que Margarita Cansino pasara a llamarse Rita Hayworth. Él la bautizó con su nombre artístico.
Inauguró el primer casino de Las Vegas, The Last Frontier. Después llegarían el Caesars Palace, el Flamingo y el Bahía.
Los últimos años de su vida los pasó, bastante solo, viviendo en el Ritz de Barcelona. Había gastado todos sus ahorros y pagaba el alojamiento vendiendo sus caricaturas por 10.000 pesetas.
Punto #4 : Velas de Mulier Studio
Escribir esta newsletter me ha llevado a crear pequeños rituales. Manías, procesos imprescindibles sin los que soy incapaz de ponerme a escribir. Si lo hago de noche me permito una última taza de café -aunque sea la sexta del día-, no empiezo nunca antes de las 23h, música de fondo y velas. Muchas velas repartidas por el salón.
Esa necesidad me llevó a la Cerería Subirà, la más antigua de Barcelona. Allí se mezclan velas de todo tipo, pero hubo una colección que me llamó la atención porque parecían pequeñas esculturas. Me recordaban a las composiciones de las pinturas de Morandi de quien escribí en la newsletter de mayo. Son las velas de Mulier Studio.
Tengo claro que su objetivo es iluminar, y para eso hay que quemarlas, pero estas…ay, estas me daría pena verlas desaparecer. Todas las piezas están talladas a mano y elaboradas con cera natural de soja, mecha de algodón y esencias aromáticas. Se nota que están hechas con cariño y tacto. Son velas que huelen a flores, mimosas o vainilla negra. Una delicia. La fabricación es artesanal y en cada pieza se transmite una idea vinculada al proceso de cambio, mutación y adaptación. Un viaje de la oscuridad a la luz.
De momento me he comprado tres y todavía no me he atrevido a encenderlas.
Punto #5: El bufé de la música
El mundo se divide en dos tipos de personas: Los amantes de los festivales y los que no van ni invitados. Aquí, la que escribe, los disfruta cual gorrina retozando en el lodo. Pocas cosas me gustan más. Pero entiendo al otro tipo de humanos, aquellos a los que se les hace bola. Es normal.
Un festival es un restaurante estilo bufé (sí, todo me lleva a la comida). No vas a vivir la mejor experiencia de tu vida, no esperes que te cambie. Irás picoteando, un plato tendrá más gracia, otro te dejará indiferente, te sorprenderás con cosas que no esperabas y otras te decepcionarán. Pero será entretenido, tendrá ritmo y, si los responsables se lo curran, podrás saciarte y salir más que satisfecho, como en Les Grands Buffets.
Un festival de música requiere una preparación física y mental, es una carrera de fondo que dura cuatro días y para gozarlo debes haberte entrenado. Vas a pasarte más de 10 horas caminando de escenario en escenario, haciendo cola mientras te adentras en lavabos infestos y lidiando con multitudes para asistir a conciertos que no siempre estarán a la altura. Por la tarde el sol te quemará los hombros y por la noche, si no has cogido rebequita, tendrás frío. Y cruza los dedos para que no llueva, porque pasarte un festival con los pies mojados es algo que no se lo deseo ni a Adam Driver. Conocerás a la persona más alta de Europa, estará delante de ti en el concierto de tu banda favorita; unos imbéciles te tirarán encima la cerveza y algún amigo acabará estirado en el césped tras un palidón. Pero aun así, aunque pase todo lo malo que pueda pasar, será maravilloso.
Un festival no es solo la música. Un festival es ese grupo de Whatsapp que se activa semanas antes. Júlia recordando a todo el mundo que hay que bajarse la aplicación para validar las entradas. La sister enviando memes de gatitos con el “tamos ready”. Los “voy a vomitar de la emoción” cuando salen los horarios seguidos de los “voy a vomitar por las solapaciones”. Echar de menos a Mery porque es la primera vez que no ficha. Jordi haciéndose amigo de todo el que se le cruza por delante. Un festival es que el segundo día os señalen y pregunten“¿sois los que anoche pintaron a todo el mundo?”. Es Albert jugando a ping-pong mientras pincha Jeff Mills. La conexión con Miquel cuando hay que decidir qué se bebe. Morados en las piernas que durarán semanas causados por el noble arte de hacer la croqueta. Un festival es encontrarte a gente con la que solo coincides una vez al año pero que se convierten, al instante, en tus mejores amigos. Es intentar saltar a una piscina en ropa interior a las 7 de la mañana pero caerte antes de llegar al agua y que alguien lo grabe todo, incluso la voz que grita “no, Leti, noooo”-. Es ver como sale el sol en el Fòrum mientras el escenario se llena de gente y Dj Coco pone una de Bowie que te hace llorar o una de Taylor Swift que levanta hasta al más moderno. Llegar a casa en bici y dormirte mirando fotos.
Un festival es vivir durante unos días en el lugar más feliz del mundo.
Punto y seguido
Y aquí tienes el extra de junio, por si te has quedado con ganas de más:
Una hora de música. Canciones que han sonado mientras escribía y que te pueden servir de banda sonora.
Me encanta empezar el día echando un vistazo a la cuenta de Instagram de Whereisthecool. Cuidado, engancha y los minutos vuelan cuando entras.
Este vídeo de la charla-entrevista entre Terenci Moix y Xavier Cugat es una delicia.
Conocí las velas de Mulier Studio gracias a una visita a la cerería Subirà, la más antigua de Barcelona. La tienda es una maravilla, visita recomendadísima. Si no puedes acercarte echa un vistazo por aquí.
Sí, tras el Primavera estoy felizmente destrozada. Si te apetece ver mi diario del festival pásate por mi Instagram.
Hasta aquí cinco puntos de junio.
Gracias por leerme. Nos vemos el próximo día 5 en tu mail.
Si te apetece hacerme cualquier comentario me encontrarás en newslettercincopuntos@gmail.com.
Me hace mucha ilusión saber qué te ha parecido.