¿No tienes la sensación de que el mundo se descontrola? Lo grande y lo pequeño. Demasiado rápido. Mucho de todo. Para poner el freno, traigo cinco puntos que se disfrutan con calma y tranquilidad, a sorbitos.
Empezamos con una serie de chicas inglesas que te va a hacer reír. Si te gustaron “In my skin”, “Fleabag”, “Autodefensa” y “Girls” vas a pasar un buen rato. en el punto dos, visitamos algunos diners americanos de película, de esos con café de filtro infinito y desayuno las 24 horas del día. En el punto tres, nos ponemos las gafas de pasta y escuchamos a la escritora Ottessa Moshfegh. Sí, la autora de “Mi año de descanso y relajación”. Después, te llevaré a mi casa de verano ideal, el sitio perfecto para una fiesta en la piscina. En el último punto volveremos a tener 10 años y hablaremos de las cosas que importan, las cosas de niños.
Venga, espero que esta newsletter sea un pequeño remanso de paz en un mundo acelerado.
Punto #1: Such Brave Girls
No soy una devoradora de series, no soporto sentarme y engullir una temporada del tirón. No puedo. Mi formato perfecto es el de un capitulito por semana, no más de 45 minutos y quedarme con ganas de más. Pero hace unos días, inmersa en una tremenda alergia con trazos de catarro, vi del tirón la última serie de chicas de Filmin, Such Brave Girls. 6 capítulos de 25 minutos que transforman el drama en carcajadas con un puntito siniestro.
En esta sitcom británica encontrarás una familia disfuncional formada por la madre, sus dos hijas y algunos secundarios masculinos que estrangularías sin compasión. La matriarca, Deb, es una mujer desquiciada que trata de rehacer su vida diez años después de que su marido saliera a por té y nunca volviera. Las hijas, Josie y Billie. La primera reflexiva, con dudas sobre su sexualidad (bueno, no, es clarísimamente lesbiana), en profunda depresión y recordándonos constantemente sus problemas de salud mental. La segunda, agresiva, delulu y obsesionada con su (ex)novio. Tres mujeres cuya felicidad depende de tíos que pasan de ellas: Un viudo miserable, un traficante egoísta y un célibe desequilibrado. Tres auténticos patanes.
Las chicas viven situaciones inspiradas en las experiencias de Kat Sadler, protagonista y creadora de la serie, y de su hermana en la ficción y en la vida real, Lizzie Davidson. Todo empieza en 2020 con una llamada de teléfono en la que Kat le dice a Lizzie que está a punto de ingresar en un psiquiátrico tras intentar suicidarse y ella le confiesa que tiene una deuda de 20.000 £. Ante esta situación, estallan en carcajadas, se lo toman con humor y nace la serie.
Nadie más legitimada que ellas para reírse de la salud mental, las carencias afectivas o los daddy issues.
Punto #2: More coffee?
Siempre me han gustado los diners americanos. Que las camareras rellenen las tazas de café constantemente tiene algo que ver. Creo. Mi favorito es Tina’s Place, en Bushwick, un clásico donde los neoyorkinos disfrutan de tostadas con mantequilla, huevos, bacon, gofres con pollo frito, hamburguesas con queso, patatas, aros de cebolla, salchichas y montañas de tortitas con riadas de sirope. Dios santo, no debería escribir esto con hambre.
A lo que vamos, antes de pisar un auténtico diner americano, incluso sin visitar una de las réplicas sin alma que aparecían en los 90, ya me había enamorado de esos locales económicos de comida rápida casera. ¿La culpa? Del cine y los videoclips.
El combo gastronómico y estético es el responsable de mi flechazo y por eso quiero compartir una selección de escenas de películas donde el diner es un personaje más.
Punto #3: El arte de la introspección
Hace unos días renové mi carnet de “Amics del CCCB” (un chollo) y lo estrené por todo lo alto con la visita de la escritora Ottessa Moshfegh coincidiendo con la publicación de su primera obra, McGlue, al catalán y castellano.
La autora de Boston, elegante, discreta y sencilla, charló con Lucía Lijtmaer de la escritura desde el “yo”, de la relación con el cuerpo, los sentimientos, del nihilismo en sus libros y de infinidad de temas que convirtieron aquella hora en un suspiro. Inteligente, mordaz e irónica respondió al público y dio una lección de lo que tiene que ser una conversación de este tipo, íntima, interesante y relajada.
Te sugiero que te pongas cómoda y disfrutes de la charla como si estuviéramos entre amigas. No te pierdas la parte final, sus respuestas al público fueron ingeniosas y ágiles.
Punto #4: Una casa para un guateque
Me cuesta decidir cómo sería mi hogar ideal. Hay tantos sitios que me gustan, tantos estilos, entornos, arquitectos. Playa, ciudad, bosque, montaña. Una masía, una cabaña en un árbol, una casita en la costa o un pabellón encima de una cascada. Es difícil, pero cuando concreto un poco, afino. Tengo bastante claro cómo sería la casa donde pasar el verano, organizar cenas e invitar a amigos a guateques en la piscina. Qué bonita es la palabra guateque, por cierto. El escenario perfecto para una peli de Guadagnino.
Desde que fui a Lanzarote hace unos años, mi ideal para todos esos quereseres es la casa-estudio de César Manrique en Haría. Un espacio maravilloso que irradia tanto placer y disfrute como serenidad y armonía. Cuando la visitas te das cuenta de que ahí han pasado cosas. Cosas divertidas. Y también se ha creado, pensado y trabajado mucho, lo cortés no quita lo valiente.
Manrique, que se definía como un “contemporáneo del futuro”, es uno de mis personajes favoritos. Artista total, pintor y escultor con nociones de arquitectura; además de destacada socialité y activista medioambiental. Buscaba la simbiosis entre la naturaleza y el arte. No entendía lo uno sin lo otro y eso le llevó a compaginar la creación artística con la defensa de los valores medioambientales de Canarias
Punto #5: Cosas de niños
“Bah, son cosas de niños”. Lo decimos para quitar importancia, pero en realidad, las cosas de niños son las más importantes. Hay un momento en la vida, durante la infancia, que lo que ahora nos parece insignificante tiene una trascendencia máxima. Lo es todo.
No había nada más crucial que el amor que sentía por Joan Martí Vilanova en primero, segundo, tercero y cuarto de EGB (fue largo aquello). Ir al cole valía la pena por verlo y si jugábamos a “El conejo de la suerte” el subidón era más potente que cuatro días de Sonar.
La frase “El Sebas te espera a las cinco en la puerta del cole” tras haberle clavado un lápiz de minas en el dedo a su hermana Lorena, era una sentencia de muerte. Que me saliera el cromo 120 de El Rey León en un paquete me convirtió en millonaria porque se lo cambié a Noelia Sánchez por 50. Era el único que le faltaba, tenía 300 repes y a mí me acababa de tocar la lotería. Bailar una lenta con el chico que me gustaba (sí, Joan Martí Vilanova) en el viaje de fin de curso a Santander me convirtió en la persona más feliz del mundo, y ser la que más aguantaba en la Course-Navette entre las chicas y la segunda de los chicos (maldito Luis Aibar) me hacía sentir como una ganadora.
¿Cómo no va a ser todo eso importante? Las cosas de niños pueden ser sencillas, pero son importantísimas y así lo demuestra “Samuel”, una serie de animación sobre la vida de un chaval de 11 años y de sus amigos de primero de ESO en la década de los 2000, explicada a través de su diario. Trazos ligeros, expresivos, coreografías maravillosas y temazos que van desde el “Mediterráneo” de Serrat al “Satisfaction” de Benny Benassi.
Sin duda, lo más bonito que he visto en tiempo. Échale un vistazo y vuelve al cole con estos 21 capítulos de menos de 5 minutos cada uno.
Punto y aparte:
En Loewe quieren que la gente pronuncie y deletree su nombre correctamente, algo que parece imposible. El último intento es un maravilloso corto dirigido por Alli Pankew y protagonizado por Aubrey Plaza y Dan Levy. Un concurso de deletreo a lo largo de diferentes décadas con modelitos icónicos, pelucas y sentido del humor. L.O.E.W.E. Fácil cuando lo sabes, complicado cuando no.
El festival de cine de moda Moritz Feed Dog ha acabado, pero del 8 al 22 de abril podrás disfrutar gratis de 10 documentales haciendo clic aquí. Tilda Swinton, Versace, Jacquemus e Iris Apfel desfilan online.
Últimamente escucho techno a todas horas. Es la única música que me hace sentir cosas. Cosas fuertes. Por eso, que la UNESCO haya declarado el techno berlinés Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad me parece superimportante. Si no estás familiarizada, pero te apetece probarlo, te dejo por aquí el capítulo “De cero a techno: convirtiendo a nuestro amigo a la música electrónica underground” de Technotroll.tv, uno de mis podcasts de cabecera. Pruébalo, igual te gusta.
Hay una cuenta de Instagram que me tiene loquísima: How Everything Works. Sí, es un nombre bastante descriptivo. Ahí aprenderás cómo funcionan todas las cosas de nuestro mundo, desde cómo los brackets alinean los dientes, cómo se fabrican los condones o cómo se desplaza una almeja. Si quieres perder el tiempo, este es tu sitio.
Hace unas semanas TIEMEI sacaron disco y lo escucho en bucle. Bits electrónicos resacosos, bailable pero no mucho, un réquiem por la fiesta que te pegaste anoche. Un buen fondo para cualquier cosa que estés haciendo ahora mismo. Ah, y si el 3 de mayo estás por Barcelona, te esperan en el Apolo.
Muchas gracias por llegar hasta aquí. Vuelvo el día 15 con el podcast junto a mi hermana, Aranmoi. Hasta entonces, disfruta!
Si te apetece decirme algo, puedes escribirme a newslettercincopuntos@gmail.com, me encanta recibir comentarios, es un gustazo.
Buenísimo, mejor que pinterest. Amo los American dinners.
El punto dos y el cuatro me encantan!!!