¡Año nuevo, vida nueva! Estrenamos plataforma y, además, ya está todo listo para que el día 15 de cada mes recibas una newsletter sonora. Prometí que llegaría el cinco de enero, lo sé y te pido disculpas, pero se me ha ocurrido algo para que tengas doble ración de Cinco Puntos al mes. Te lo cuento todo más adelante.
Venga, ¡hagamos que este año valga la pena!
Punto #1: Dolce Napoletano
Me encantan los souvenirs. Que alguien piense en mí cuando está de vacaciones o en un viaje de trabajo me parece bastante guay. No solo por el regalo, sino por el hecho de dedicarme un tiempo estando lejos. Mis favoritos son los que me acercan los olores y sabores de la ciudad, los que me hacen sentirla. Los imanes me encantan, tengo la nevera llena, pero prefiero un perfume, un jabón o un dulce.
Hace unos días mi hermana visitó Nápoles y, además de crearme la necesidad de huir a esa ciudad loquísima, me trajo un postre tradicional que ningún dulce navideño ha superado: la Sfogliatelle. Pero no una cualquiera, la del Antico Forno delle Sfogliatelle Calde Fratelli Attanasio. Más napolitana que Sorrentino, amore.
Cualquier descripción será incomparable a su sabor y textura, pero voy a intentarlo. La sfogliatelle es una caracolilla formada por capas de una masa fina y crujiente llamada sfoglia (hoja) parecida al hojaldre, pero mejor. Este pequeño cuerno se rellena de una pasta de ricotta, azúcar, huevo y diminutos trozos de naranja confitada que aportan una textura pegajosita. No es demasiado grande, pero el relleno le da consistencia.
Como no es lo mismo leerlo que saborearlo, te dejo por aquí un par de sitios donde degustarlas en Madrid y Barcelona. No serán como las de Attanasio, pero seguro que te acercan un poquito a Nápoles.
Punto #2: Chateau Royal, Berlín
Fin de semana en Berlín para ver a mi grupo de música electrónica favorito en el Velodrom. Un sueño. El mejor partner in crime, fiesta, risas, galerías, Schnitzels, vino caliente, felicidad absoluta recorriendo mi cuerpo mientras suena Milk y mercadillos de Navidad. Todo a menos seis grados de temperatura, nieve incluida. Pasé allí tres días y solo le habría sacado más provecho si me hubiera animado a ir a Berghain, pero la dificultad para entrar, las cuatro horas de cola y el frío me frenaron. Ya iremos en primavera.
En el último fin de semana fuera de casa de 2023, el bar de un hotel alemán se convirtió en mi hogar y me abrazó cuando estaba exhausta, congelada y faltaban cinco horas para que saliera mi avión. Te hablo del Chateau Royal.


La recomendación venía de Adriana, una mujer extraordinaria que siempre acierta. Buen gusto, elegancia y modernidad, como el hotel. Un neón rojo da la bienvenida y al atravesar dos puertas te plantas en una coctelería repleta de obras de artistas contemporáneos. Aun así, el espacio luce clásico y tiene un puntito decadente muy berlinés. Terciopelo, madera y verde inglés. Neones, música electrónica y una escultura cubierta por una capa, un inquietante fantasma. Mi corazón exigía un Oyster Eau Martini, pero mi cuerpo necesitaba un capuccino. Me desplomé en un sofá, me coloqué la falda y pedí el café.
El bar del Chateau Royal es un refugio en el centro de Mitte por el que circulan personajes variados, todos con carácter. Jóvenes pálidos vestidos de negro, djs que acuden a la ciudad para pinchar en Tresor, artistas plásticos, señores rechonchos con bigote en espiral y algunos turistas. Un sitio estupendo para sentarse, disfrutar de una copa y observar.
Sí, me quedó pendiente el cóctel, pero volveremos en primavera.
Punto #3: Hasta siempre, Colita
Para preparar Cinco Puntos siempre llevo una libreta encima en la que anoto posibles temas. El nombre de Colita está escrito desde el primer día y cada mes pienso “esperaré a que sea noticia para dedicarle un punto”. Pues vaya cagada. Ese momento ha llegado y no es por la publicación de un libro o la inauguración de una exposición, es porque el 31 de diciembre nos dejó de forma inesperada.
Colita fue la fotógrafa de la Gauche Divine, de los gitanos del Somorrostro, de bailaores, escritores, intelectuales y de una Barcelona que desaparece. Una fotoperiodista pionera, atrevida, inteligente y con un sentido del humor finísimo. Se ha escrito mucho de ella, solo tienes que teclear su nombre y encontrarás cientos de obituarios, pero yo quiero compartir una anécdota que muestra lo cercana y amable que era.
En 2020 yo vivía en el barrio de Sants y, poco después de mudarme, me llamó la atención la gran puerta gris de una casa donde había tres cartelitos: “Attention chien méchant maître féroce”, “Chien gentil maître lunatique” y “Chien lunatique”. Le saqué una foto, me giré y vi que al lado ponía “Colita Fotografía”. No podía ser, era mi vecina, vivía a dos minutos de casa, una de mis fotógrafas favoritas.


Entonces llegó la parálisis. Cuando admiro mucho a alguien soy incapaz de hablarle. Me siento tan pequeña e insignificante que creo que cualquier interacción pondrá de relieve mi ignorancia. Así estuve meses, pasando por delante de su puerta cada día y cruzándomela de vez en cuando sin abrir la boca. Llegó la pandemia y el día de su cumpleaños le dejé una felicitación en el buzón donde explicaba lo mucho que la admiraba y la ilusión que me hacía ser su vecina. Sorpresa, respondió en una semana con una postal floreada y una invitación para tomar café “cuando esto haya acabado”.
La pandemia pasó, la Filmoteca le dedicó un ciclo y el día de la inauguración reuní el valor para acercarme y felicitarla, pero fui incapaz de poner fecha al café. Odio la idea de molestar a la gente. Ella fue muy agradable, como siempre.
Desde entonces la he visto en varios eventos y los nervios me han paralizado cada vez que he querido decirle algo. Nunca más lo he hecho. Me habría encantado charlar con ella de la Barcelona de la transición, de Terenci, de la Gauche Divine y de las fiestas en Bocaccio. Ojalá haberle preguntado todo sobre la foto que adorna la pared de mi habitación, la de Jorge Herralde con sus secretarias. Ojalá. Pero no pudo ser y aquel café quedará pendiente para siempre.
Punto #4: X-Girl Fashion Show
La obsesión con Sofia Coppola ha vuelto. De ella me gusta todo, desde su cuestionable interpretación en El Padrino hasta el troleo de su hija en Tik Tok tras intentar alquilar un helicóptero para ir a ver a una amiga. Todo. En un concierto de Phoenix toqué la mano de Thomas Mars, cantante y marido de mi nepobaby favorita y enloquecí gritando “lo más cerca que voy a estar de Sofia Coppolaaaaaaaa, aaaaaaah”. Desatada.
Bien, pues hace unos días vi por Instagram un clip de la Sofía joven, alternativa pero pija. Un vídeo de MTV Vault mostraba cómo en 1994 la directora de Priscilla y su pareja de la época, Spike Jonze, produjeron un desfile de guerrilla en las calles del SoHo de Nueva York. Resulta que, pese a no saber diseñar, tenían ganas de montar un fashion show, lo comentaron con Kim Gordon de Sonic Youth y la estilista Daisy Von Furth y seis meses más tarde teníamos a gente chulísima haciendo el X-Girl Fashion Show.
Punto #5: El mejor jersey del mundo
Cuando voy a casa de mis padres no luzco nunca mis mejores galas. Si es verano me paso el día en bikini y shorts. Al llegar el invierno, vaqueros y jersey oversize. Solo me cambio si tenemos alguna cena o comida especial, casi nunca.
Durante estas fiestas me enfundé en el mejor jersey del mundo, aka “el jersey de la concordia”. Algodón gris, talla XL y un discreto Swoosh de Nike en el pecho. Es basiquísimo, pero consigue algo que ninguna otra prenda ha logrado: sembrar la paz entre hermanas. Si no eres hijo único, sabrás que coger ropa sin permiso puede ser motivo de conflicto, crear una crisis doméstica o convertir el hogar en un Vietnam.
Con este suéter sucede algo especial. Perteneció a la Tata Rosa, nuestra tía, una segunda madre, y es de las pocas prendas que trajimos de Bruselas tras su muerte. Tiene un significado profundo. Estoy segura de que en algún momento, ambas hemos considerado llevárnoslo a Barcelona, pero siempre lo dejamos en Tossa, en casa de mis padres. Respetamos un acuerdo no verbal, un pacto silencioso y cordial. No es necesario manifestarlo, es palpable. Si ella llega y yo lo llevo puesto, no pasa nada, es mi turno. Si sucede lo contrario, no importa en absoluto, es su momento. Lo respetamos en silencio y cualquier bronca o enfado no tiene cabida. Nunca discutiremos por él. Es el mejor jersey del mundo, el más importante, es el jersey de la Tata.
Punto y aparte
Prometí que en esta entrega habría un consultorio sonoro respondiendo a cinco de vuestras preguntas, lo sé. Tras darle algunas vueltas, creo que será mejor mantener la newsletter el día cinco de cada mes y hacerte llegar otra con preguntas y respuestas en audio el día 15. Así, no se te hará bola y tendrás doble dosis mensual de Cinco Puntos. ¿Qué te parece?
En esta aventura no estaré sola, me acompañará mi hermana Arantxa y pinta divertido. Te dejo por aquí algunas tomas falsas. Espero que te guste.
Seth Meyers y Dua Lipa se encuentran en el Studio 151 de Nueva York para tomarse unos chupitos mientras charlan. Me encanta ver a las celebrities pedo. Aguanta hasta el final, vale la pena.
Este pódcast de Arsénico Caviar es una joya porque “la seriedad está sobrevalorada y es la risa la que nos permite no lanzarnos cada mañana delante de un autobús”. Amén.
“Mantenim la cuina perquè volem mantenir la taula”. Esta frase de la cocinera Ada Parellada me ha emocionado. Qué importante es sentarse a la mesa en comunidad, a comer y a compartir.
Kim Cattrall lo dijo hace años, pero voy a intentar aplicarlo este 2024 todo lo que pueda: “No quiero estar en ningún sitio, aunque solo sea una hora, donde no me lo esté pasando bien”.
Hasta aquí la primera newsletter del año. Recuerda que volveré el día 15 con una entrega sonora. ¿Estoy nerviosa? Sí. ¿Muero de ganas de hacerlo? También.
¡Feliz inicio de año y déjale algo más que mandarinas a los Reyes!
Me encanta saber que vamos a tener doble ración al mes :) me ha dado muuuucha pena lo de Colita y ese café pendiente..... :(
Maravillosa como siempre! Me encanta tu newsletter 🥰. Muchas gracias